jueves, 7 de octubre de 2010

Yo...


pero qué tonto he sido, ¡por Dios! Qué tonto, sumamente tonto...
En todo, quiero decir...Sobre todo en cuanto al amor, EL AMOR, Amor, amor...

Pensé que las cosas se harían solas, y que solas surgirían, se perfeccionarían y estallarían...

Y no, no es así...
La vida es esfuerzo; la vida es sufrimiento, trabajo y recompensa y todas esas cosas que predicaban nuestros padres como autómatas (sin que nosotros les creyéramos, acusándoles de exagerados).
Qué estúpido fui al considerarme especial, independiente, clásico, individualista, digno (sobre todo, digno), merecedor de que todo se hiciera según mis deseos sin que yo tuviera que mover ni uno solo de mis pagados de sí mismos dedos...
Yo quería que la persona elegida me eligiera a mí, así de fácil, como en cuento de hadas, con un chasquido de dedos, sin que tuviera que hacer nada. Ella vendría y me diría: yo, te amo. Y el cielo se abriría en dos, y ambos, fundidos en un beso de azufre y glucosa, nos elevaríamos al dichoso firmamento, y reinaríamos por los siglos de los siglos empachados de amor inmortal. Y punto y final. Y todo, sin hacer nada. Amor, el amor: eso no es amor. Yo...Fui estúpido, ahora me doy cuenta. Lo único bueno de cumplir años: los hechos confirman las peores sospechas. La sencillez brilla por su ausencia a la hora de conquistar ambiciosas metas.
Por lo tanto...¡escúchenme, incautos lectores de La Arcadia Infeliz! Si aman ahora mismo, ¡confiésenlo a su idolatrado/a ahora mismo! No después, mañana, ni más tarde, ni cuando llegue el momento, se dé el caso o la savia del alcohol le haga a uno las entrañas de acero. No, ¡NO! Ahora-mismo. Declaren su amor a su amado ahora mismo. ¿El rechazo? No entiendo la palabra. Yo, en esta ocasión, les estoy enseñando a ser valientes. No me hablen de Fracasos Ejemplares. Pese a que de esa materia sé un rato, no es el momento de ilustrarles sobre ello...Aguarden. Y hoy hagan sus deberes: declaren su amor. Después, puede ser tarde...

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